Bajamos a desayunar a las 9, y como este
hotel era una cárcel, el desayuno era muy gracioso porque la mayoría de platos
y vasos eran de hojalata.
Aunque el día estaba bastante bien y
el plan inicial era ir a la Isla de Suomelina, decidimos no ir, ya que aunque
el trayecto en barco eran unos 15 minutos, no merecía la pena ir para menos de un
par de horas; así que calculando tiempos con los horarios del barco, decimos no
ir; ya que hubiera sido posible que al final nos tocara correr.
Así que para pasar el rato, cogimos el
tranvía para ir al MONUMENTO SIBELIUS,
no nos esperábamos gran cosa, pero nos lo imaginábamos más grande. Se puede
llegar con tranvía desde la parada Töölön hali (la del Estadio Olímpico), y
luego poco más de 5 minutos andando.
Regresamos al centro y paseamos un
poco. Fuimos al Mercado del Puerto a comprar los últimos regalitos, aquí tienen
buen precio y hay bastantes puestos, luego en el resto de la ciudad hay muy
pocas tiendas de souvenirs.
El tiempo que nos iba despidiendo era
intermitente, desaparecía el sol, llovía, volvía a salir el sol, vamos que cada
5 minutos cambiaba.
Después al MERCADO, donde puedes comer
en los puestecillos, yo no tenía hambre, pero los chicos se comieron unos
pescaditos fritos y unos rollitos de salmón, que no fueron gran cosa.
Luego volvimos andando al hotel, cogimos
maletas y con el tranvía 4 al centro.
Bajamos en la parada de Ylioppilastalo que está muy cerquita de la Estación Central. En la parte derecha, en la plataforma 3, está la parada del autobús 615 que va al aeropuerto; sale cada 15 minutos y vale 4’50 €, se paga al conductor. El autobús 620 también va al aeropuerto pero da un poco más de vuelta y tarda más.
Bajamos en la parada de Ylioppilastalo que está muy cerquita de la Estación Central. En la parte derecha, en la plataforma 3, está la parada del autobús 615 que va al aeropuerto; sale cada 15 minutos y vale 4’50 €, se paga al conductor. El autobús 620 también va al aeropuerto pero da un poco más de vuelta y tarda más.
Al llegar al aeropuerto, la primera
imagen fue bastante caótica y de mucha gente, pero en menos de 10 minutos ya habíamos
facturado, vimos unas máquinas para facturarte tu mismo, pero como no las
habíamos utilizado nunca y no sabíamos cómo funcionaban, fuimos al mostrador.
Luego al control de seguridad, donde pité
yo, pero creo que fue porque el que iba detrás de mí, pasó muy pegado y muy
rápido.
Este aeropuerto es pequeño para el
tránsito de aviones que tiene, lo cual tiene sus ventajas y desventajas; la
ventaja es que con 1 hora te sobra para hacer enlaces, y la desventaja es que en
los pasillos hay mucha gente; a aquellas horas, sobre todo asiáticos comprando como
locos, ya que en poco tiempo salían 5 vuelos a Asia.
Nuestro vuelo salió puntual a las
16:55, y llegó en hora a Madrid a las 20:25.
El tema de las maletas a nuestra
llegada fue desastrosamente caótico, nos soltaron en una sala y en ninguna de
las cintas que había allí ponía nada. El tiempo pasaba y las maletas no
aparecían, al final apareció uno de los pasajeros del avión, diciendo que las
maletas del vuelo estaban en una cinta a la otra parte de la sala. Y allí las
teníamos dando vueltas.
Para llegar al centro de la ciudad
cogimos el bus Express Aeropuerto el trayecto son unos 40 minutos y el precio 5 €.
Elegimos el bus porque nos dejaba muy cerca del HOTEL CONVENCION, que era el que elegimos para la vuelta, ya que tenía buen precio.
Elegimos el bus porque nos dejaba muy cerca del HOTEL CONVENCION, que era el que elegimos para la vuelta, ya que tenía buen precio.
Allí en el hotel nos estaban esperando
unos amigos que estaban de fin de semana en Madrid, dejamos las maletas en un
momento, y nos fuimos a cenar y a contarles nuestras aventuritas del viaje. Y
como echábamos de menos nuestro jamón, fuimos a cenar al “Museo del Jamón”, en
el viaje habíamos comido estupendamente, pero nos apetecía un montón un bocadillo
de jamón.
Al día siguiente en coche con nuestros
amigos, volvimos a Valencia y llegamos a hora de comer.
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