Para este día si que le elegimos nosotros
la hora del desayuno, bien prontito, a las 8 ya estábamos desayunando. De lejos
pensamos que no estaba preparado porque no lo veíamos en la barra, pero como
estábamos solos lo teníamos preparado todo en una mesa, y el resto de cosas al
ladito. Nos preguntó por los cafés y nos comentó otra cosa que nuevamente no
entendimos; así que a ver que nos plantaba hoy.
Y nos plantificó algo parecido a unas
gachas o similar, con aquello yo si que no podía; la chica es que estaba
empeñada en servirnos algún plato, además de todo lo había preparado, que era
un mini buffet, pero donde no faltaba de nada.
Tras despedirnos de la amable chica y
de cargar las maletas, sobre las 9, como nosotros queríamos, ya estábamos en
marcha.
Delante teníamos el día de más
carretera de todo este viaje, unos 400 kilómetros que nos llevarían entre 6 y 7
horas, así que nos dividimos más o menos la ruta en tres turnos para conducir.
La primera parada fue en Valga / Valka hasta donde nos llevó más
o menos una hora y media. Este pueblo está divido, la mitad en Letonia (Valka) y
la mitad en Estonia (Valga), y se llama diferente según el país al que
pertenezca.
Lo primero que hicimos fue ir a un súper
en la parte de Letonia a gastarnos toda las monedillas que nos quedaban en
comida, y fueron suficientes para comprarnos bebidas, bocatas y fiambre, e incluso
alguna chocolatina.
Después fuimos a la parte de Estonia a
cambiar los lats que nos quedaban, que la verdad es que al final nos sobraron
bastantes. El cambio fue bueno 1 Ls = 0’71 €, y de comisión 1’28 €.
Después continuamos carretera. En esta
ruta sólo había que cruzar un pueblo, Tartu, en el que había que cruzar un río;
al llegar nos encontramos unas obras. El GPS erre que ere en que había que
cruzar por allí y no nos daba otra ruta, no recalculaba bien, lloviendo, dando
vueltas y vueltas, al final logramos volver a la entrada del pueblo, y desde
allí ya pudimos coger otra ruta. Eso nos retrasó unos 15 o 20 minutos.
Durante toda la mañana iba lloviendo a
ratos, así que sobre las 2, al pasar por un pueblecillo y aprovechando que
había dejado de llover, paramos a comer en plan rápido unos bocatas que
preparamos allí mismo.
Nuestro coche |
Al final llegamos al hotel sobre las
4’30, el viaje nos había llevado algo más de 7 horas, un poco mas de lo
previsto, pero con el día lluvioso y el ratillo que nos perdimos, consideramos
que estaba bien.
En el PARQUE LAHEMAA hay pocos
alojamientos, y nosotros elegimos uno que estaba dentro y que nos gustó mucho SAGADI MANOR HOTEL.
Como apenas llovía en esos momentos,
dejamos maletas y rápidamente nos fuimos a ver si podíamos hacer una rutilla.
Sólo íbamos a pasar lo que quedaba de
tarde en el parque así que tampoco daba para mucho, pero aunque se disponga de
poco tiempo merece la pena una visita.
Carretera por dentro del parque |
En el hotel tenían unos planos del
parque enormes, donde se veía muy bien las carreteritas, las rutas, donde
comenzaban, donde acababan, los parkings, etc.
El parque tiene un montón de rutas, y
nosotros elegimos una cortita de tan sólo 1 kilómetro BEAVER TRAIL [KOPRARADA].
Es la ruta del castor, que transcurre por un espeso bosque; si la del Valle del
Gauja nos gustó esta nos encantó. Para más información de las rutas, pulsa aquí.
Luego fuimos a ALTJA, que es un pequeño
pueblo pesquero, aquí hacía frío, pero más que nada por el viento que soplaba que
era considerable.
Era la primera vez que veíamos el Mar
Báltico.
Tras un pequeño paseo por la antigua aldea
de pescadores y luego por el pueblecillo, vimos que había una casa rural que
tenía muy buena pinta Tohomarava.
A las 7’30 con las últimas luces del
día fuimos a cenar al único restaurante que había aquí.
El restaurante se llama ALTJA KÔRTS, aquí los platos eran pequeños, pedimos dos de salmón, una tortilla y algo más, 5 platos y 6 cervezas nos costaron 43 €.
En el restaurante estuvimos solos, y era
un local muy agradable todo de madera con mesas corridas, muy confortable.
Tanto en este parque como en el del
Valle del Gauja hay que tener bien claro donde cenar, ya que en estas zonas hay
pocas opciones y cierran pronto. En las afueras del Parque, hay otro
restaurante que se llama Viitna Kõrts. Y en el Sagadi Manor Hotel también.
Al salir del restaurante para ir al
coche, nos partimos de risa, ya que aunque teníamos el coche a unos 10 metros no
se veía nada, oscuridad absoluta; así que con la intuición y la luz de la
pantalla del teléfono llegamos.
Regresamos al hotel, que por cierto
estaba genial, nuestra habitación tenía un espacio con sofá y mesa, la mar de
agradable. Echamos un rato de internet y a dormir.
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