Día 10: Parque Nacional de Lahemaa

Kilómetros aproximados: 390.

Para este día si que le elegimos nosotros la hora del desayuno, bien prontito, a las 8 ya estábamos desayunando. De lejos pensamos que no estaba preparado porque no lo veíamos en la barra, pero como estábamos solos lo teníamos preparado todo en una mesa, y el resto de cosas al ladito. Nos preguntó por los cafés y nos comentó otra cosa que nuevamente no entendimos; así que a ver que nos plantaba hoy.

Y nos plantificó algo parecido a unas gachas o similar, con aquello yo si que no podía; la chica es que estaba empeñada en servirnos algún plato, además de todo lo había preparado, que era un mini buffet, pero donde no faltaba de nada.



Tras despedirnos de la amable chica y de cargar las maletas, sobre las 9, como nosotros queríamos, ya estábamos en marcha.

Delante teníamos el día de más carretera de todo este viaje, unos 400 kilómetros que nos llevarían entre 6 y 7 horas, así que nos dividimos más o menos la ruta en tres turnos para conducir.


La primera parada fue en Valga / Valka hasta donde nos llevó más o menos una hora y media. Este pueblo está divido, la mitad en Letonia (Valka) y la mitad en Estonia (Valga), y se llama diferente según el país al que pertenezca.


Lo primero que hicimos fue ir a un súper en la parte de Letonia a gastarnos toda las monedillas que nos quedaban en comida, y fueron suficientes para comprarnos bebidas, bocatas y fiambre, e incluso alguna chocolatina.

Después fuimos a la parte de Estonia a cambiar los lats que nos quedaban, que la verdad es que al final nos sobraron bastantes. El cambio fue bueno 1 Ls = 0’71 €, y de comisión 1’28 €.

Después continuamos carretera. En esta ruta sólo había que cruzar un pueblo, Tartu, en el que había que cruzar un río; al llegar nos encontramos unas obras. El GPS erre que ere en que había que cruzar por allí y no nos daba otra ruta, no recalculaba bien, lloviendo, dando vueltas y vueltas, al final logramos volver a la entrada del pueblo, y desde allí ya pudimos coger otra ruta. Eso nos retrasó unos 15 o 20 minutos.


Durante toda la mañana iba lloviendo a ratos, así que sobre las 2, al pasar por un pueblecillo y aprovechando que había dejado de llover, paramos a comer en plan rápido unos bocatas que preparamos allí mismo.



Nuestro coche

Al final llegamos al hotel sobre las 4’30, el viaje nos había llevado algo más de 7 horas, un poco mas de lo previsto, pero con el día lluvioso y el ratillo que nos perdimos, consideramos que estaba bien.

En el PARQUE LAHEMAA hay pocos alojamientos, y nosotros elegimos uno que estaba dentro y que nos gustó mucho SAGADI MANOR HOTEL.

Como apenas llovía en esos momentos, dejamos maletas y rápidamente nos fuimos a ver si podíamos hacer una rutilla.

Sólo íbamos a pasar lo que quedaba de tarde en el parque así que tampoco daba para mucho, pero aunque se disponga de poco tiempo merece la pena una visita.

Carretera por dentro del parque

En el hotel tenían unos planos del parque enormes, donde se veía muy bien las carreteritas, las rutas, donde comenzaban, donde acababan, los parkings, etc.

El parque tiene un montón de rutas, y nosotros elegimos una cortita de tan sólo 1 kilómetro BEAVER TRAIL [KOPRARADA]. Es la ruta del castor, que transcurre por un espeso bosque; si la del Valle del Gauja nos gustó esta nos encantó. Para más información de las rutas, pulsa aquí.








Luego fuimos a ALTJA, que es un pequeño pueblo pesquero, aquí hacía frío, pero más que nada por el viento que soplaba que era considerable.

Era la primera vez que veíamos el Mar Báltico.





Tras un pequeño paseo por la antigua aldea de pescadores y luego por el pueblecillo, vimos que había una casa rural que tenía muy buena pinta Tohomarava.

A las 7’30 con las últimas luces del día fuimos a cenar al único restaurante que había aquí.



El restaurante se llama ALTJA KÔRTS, aquí los platos eran pequeños, pedimos dos de salmón, una tortilla y algo más, 5 platos y 6 cervezas nos costaron 43 €.





En el restaurante estuvimos solos, y era un local muy agradable todo de madera con mesas corridas, muy confortable.


Tanto en este parque como en el del Valle del Gauja hay que tener bien claro donde cenar, ya que en estas zonas hay pocas opciones y cierran pronto. En las afueras del Parque, hay otro restaurante que se llama Viitna Kõrts. Y en el Sagadi Manor Hotel también.

Al salir del restaurante para ir al coche, nos partimos de risa, ya que aunque teníamos el coche a unos 10 metros no se veía nada, oscuridad absoluta; así que con la intuición y la luz de la pantalla del teléfono llegamos.

Regresamos al hotel, que por cierto estaba genial, nuestra habitación tenía un espacio con sofá y mesa, la mar de agradable. Echamos un rato de internet y a dormir.

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