Día 5: Colina de las Cruces, Rundale, Salaspils y Riga

Kilómetros aproximados: 345.

Sobre las 8 de la mañana ya estábamos desayunando, aunque no teníamos incluido el desayuno, como sólo valía 3’50 €, decidimos desayunar en el hotel para ganar tiempo, y la verdad es que no estuvo mal. A las 9 ya estábamos fuera de la ciudad y todo.

Por suerte teníamos otro día soleado, hasta Šiauliai que es donde se encuentra la COLINA DE LAS CRUCES [KRYŽIŲ KALNAS o en inglés HILL OF CROSES], hay poco más de 2 horas; a pocos kilómetros al salir del pueblo, a la derecha está el desvío, muy bien señalizado. Precio parking: 3 Lt.


Aunque las primeras cruces son de la edad media, esta colina se convirtió en símbolo de fe y esperanza del pueblo lituano, durante los años que estuvieron invadidos por la URSS. Los rusos intentaron acabar con ella y quitaban las cruces hasta con excavadoras, pero al día siguiente volvían a aparecer; convirtiéndose en un símbolo de resistencia. En 1993 Juan Pablo II bendijo este lugar.






Había gente, incluso algún autobús, pero como es un espacio al aire libre y bastante grande tampoco se notaba mucho.




En media hora teníamos visto este lugar, así que el siguiente destino era Rundale ya en Letonia, al que llegamos en poco más de 1 hora; cogí yo el coche y pasamos la vieja frontera. Allí vimos un cambio de asfalto increíble, pasando del asfalto normalito en Lituania, a un asfalto horroroso en Letonia; nos preguntábamos si eso nos iba a acompañar en todo el país.



El PALACIO DE RUNDALE fue construido en el siglo XVIII, y es el monumento arquitectónico más grande de la época del barroco y del rococó del país. Quedó intacto durante la segunda guerra mundial, pero al finalizar varias salas fueron utilizadas como graneros. El palacio cuenta también con un jardín de estilo francés. Horario: 10 a 18. Entrada palacio y jardín: 5 Ls. Cámara de fotos: 1 Ls.

Era nuestra primera toma de contacto con Letonia, y todavía no habíamos podido cambiar su moneda, así que pagamos con tarjeta sin problemas.









La visita nos gustó bastante, con salas muy coloridas; y además muy poca gente. Luego dimos en paseo por el jardín que lucía muy bonito y floreado, a pesar de ser casi otoño. La visita la hicimos en alrededor de 1 hora, algo rápida, pero todavía había que cambiar moneda, comer, visitar otro sitio y llegar a Riga.

En pocos minutos llegamos a Bauska, donde previamente habíamos localizado que en la primera rotonda había un banco y un Hesburger.

Primero fuimos al banco, muy moderno con maquina de turno, donde le tienes que especificar que operación quieres realizar (estaba en inglés también). Aquí la persona encargada del cambio se encontraba en una habitación cerrada a la que accedías sólo y estabas muy tranquilo. Cambiamos lo que teníamos previsto gastarnos y nos lo dieron todo en billetes de 20, así que aquello ocupaba bastante, pero no habría que preocuparse de buscar cambio. La comisión fue tan sólo de 1 Ls.

Fuimos a comer al HESBURGER, que es una cadena de hamburgueserías que se encuentra por los países bálticos. Es bastante barata, ya que la comida de los tres, nos costó 6’70 Ls, vamos que comimos por 3 € cada uno.

El día se estaba empezando a poner feo, durante la comida comenzó a llover, pero luego paso a diluviar, el coche no estaba lejos, pero claro con la que estaba cayendo sí. Como Santi tenía mucho interés en el sitio que nos quedaba por visitar y no quería perder tiempo, se ofreció voluntario para ir a por el coche y recogernos a nosotros en la puerta.

Salimos lloviendo hacía el siguiente destino, que estaba a poco más de 1 hora. Había bastante tráfico y muchos camiones; además de un asfalto regular, gente caminando, gente cruzando la carretera y gente en bici. Hubo un momento complicado cuando nos cruzamos con un camión, y al pisar él un charco, nos inundó por completo, dándonos un buen susto, y quedándonos sin visión por un instante.

Acercándonos a Salaspils, dejó de llover. Para llegar allí habíamos investigado muy bien donde estaba, ya que no habíamos encontrado casi información. Y la verdad es que nos vino muy bien, se encuentra en la carretera que va a Riga (A6), pero está señalizado justo cuando te tienes que desviar; nosotros ya habíamos visto que donde está el cartel “Riga 17 km” allí mismo está el desvío, si no seguro que nos lo hubiéramos pasado.

SALASPILS es un campo de concentración, llamado también de Kurtenhof que es la denominación en alemán. Es el escenario de la mayor tragedia letona en la segunda guerra mundial, se calcula que entre 1941 y 1944, fallecieron aquí 100.000 personas. En la puerta de entrada hay una conmovedora inscripción “tras esta puerta la tierra gime de dolor”.



Según habíamos leído quisieron conservar este lugar en homenaje a las víctimas, pero no convertirlo en un museo; aunque parece que el estado letón lo quiera ocultar un poco, porque hay poca información.

El lugar se encuentra en medio de un bosque e inspira mucha paz, el silencio es impresionante, tan solo interrumpido por un sonido que es como un corazón latiendo.




Evidentemente en aquel lugar lo raro es encontrarse a alguien, porque entre la poca información y lo mal comunicado que está, tiene su complicación llegar; nosotros vimos a una pareja, ya nadie más.

Hasta Riga teníamos escasa media hora, y cuando estábamos llegando, en una señal, a pesar del GPS no acertamos con el desvío, ya que habían 2 y estaban muy juntos. Lo malo es que eso nos supuso una vuelta de 4 o 5 kilómetros, porque había que cruzar el río Daugava y no había otro puente.

Por lo menos cuando logramos cruzar el río llegamos sin más dificultades al hotel, lo primero que hicimos fue bajar a preguntar por el parking y simplemente era la calle.

El HOTEL HANZA, no está en el centro histórico, pero se encuentra bastante cerca. Nos decantamos por este hotel por su precio y por no meternos en el centro con el coche. La habitación doble cogimos una business, y así disponíamos de un sofá y un espacio con mesa para nuestros ratos de internet y planificación, y la verdad es que muy bien; la individual más normalita.

Descansamos un poquito, y de nuevo a la calle, a conocer una nueva ciudad; ya estaba anocheciendo y hacía bastante fresquito; notamos una temperatura diferente a la de los días anteriores.


En menos de 15 minutos llegamos al centro, callejeamos un poco ya de noche,  y nos tomamos nuestra primera cerveza letona, una Cēsu.

Después fuimos a buscar uno de los sitios que habíamos visto para cenar ALUS ARSENAL, y para variar el restaurante en el sótano. Cuando bajamos nos quedamos un poco sorprendidos porque no había nadie, pero bueno como había hambre y habíamos leído buenas críticas nos quedamos. Yo me pedí pollo con salsa de frambuesas, y los chicos otro plato de pollo para compartir, por supuesto acompañado de cervezas; todo muy bueno y nos costó 23 Ls, por 11 € cada uno cenamos muy bien.



Lo que no nos gustó de este sitio es que fuimos a pedir el postre y nos dijeron que no, que la cocina había cerrado; pensamos que nos lo podían haber avisado antes.

Al salir de aquí nos ocurrió una escena muy divertida en el wc, ya que Santi y yo pensábamos que nos habíamos quedado encerrados en el baño, y es que resulta que Santi solo hacía que abrir hacia dentro, cuando en realidad era hacia fuera. Que panzada de reír.

Luego riéndonos de la escena, pusimos rumbo al hotel donde tardamos en llegar unos 20 minutos, ya que este restaurante se encontraba a la otra parte del centro histórico.

Un poco de internet para ver las previsiones del tiempo, donde ya comenzaban a parecer las nubes; y a dormir.

2 comentarios:

  1. Ostia neng si si, como las películas d Fernando esteso, d todas maneras m kedo con el aterrizaje en globo, la madre k lo parió jajajaja

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